Cap.- 6 El recurso a la Escritura en el cristianismo
Tras la crisis del 70 el judaísmo rabínico fijó el canon de la Biblia hebrea que rejudaizó al reinterpretarla desde sus tradiciones orales. Cuando estas comenzaron a fijarse por escrito, el sistema de la Torá dual derivó, de algún modo,en un doble canon. El cristianismo primitivo mantuvo un canon bíblico amplio, que reinterpretó tomando como clave hermenéutica el acontecimiento de Cristo. Al fijarse por escrito las tradiciones de y sobre Jesucristo fraguó el canon dual del AT y del NT.
Los autores del N.T. utilizan su Biblia con procedimientos actualizantes, targúmicos. La reproducción exacta de las frases del texto queda subordinada, en las nuevas composiciones, a los objetivos doctrinales o pastorales. Mc narra la historia evangélica como una historia bíblica con pocas citas escriturísticas, más bien interpretativas. Mt (que maneja las diversas tradiciones textuales del AT) apuntala acontecimientos de Jesús con citas del A.T., dentro del esquema «predicción-cumplimiento».
Lucas es quien más llamativamente contiene material tipo pesher destinado a la teología de la Iglesia. Lc 4 presenta a Jesús como iniciador del pesher cristiano, base del discurso misionero de apóstoles y evangelistas. Es el acontecimiento cristiano el que interpreta los textos. Lc 24 traza un programa del método de demostración cristiana a partir de las Escrituras, del que el mismo Lucas da abundantes muestras en Hch. Jn insiste también en esta comprensión cristiana posterior. En sus citas, adaptadas al nuevo contexto, trata de mostrar que el ministerio de Jesús corresponde a las Escrituras y que la pasión del Señor tiene el objetivo de cumplirlas.
Hay secciones haláquicas en los evangelios (también en las cartas apostólicas) que reflejan la situación de Jesús (cf. Mc 2,23_28), su doctrina como maestro y profeta y sus controversias con determinadas interpretaciones de la voluntad divina, así como situaciones de controversia y catequesis en las comunidades cristianas primitivas (cf. Mt 5,17_20). Mt, el más judeocristiano de los evangelistas, enseña la justicia superior que trae Jesús, desplazando el toracentrismo por el cristocentrismo.
El cristianismo fue el heredero de la literatura pseudepígrafa desechada por el judaísmo rabínico. Algunos autores cristianos interpolaron o compusieron nuevos desarrollos hagádicos con atribución a personajes del A.T. Se discute la amplitud de la redacción cristiana en obras como Test12P o AscIs.
Hay que dejar claro que los evangelios no son composiciones midrásicas hagádicas, con unos pocos pasajes haláquicos. Sin embargo, podemos sospechar que hay composición hagádica en los mismos relatos evangélicos cuando la divergencia entre los relatos evidencia que la tradición más primitiva había conservado un dato importante sin su encuadre histórico concreto o cuando hay huellas de que el vigor del dato suscitó de modos diversos una dramatización más detallada.
Los midrashim homiléticos judíos tipo yelammedenu se reflejan en algunos pasajes haláquicos del N.T. Los de tipo «texto proemio» (con su seder, haftarah y haruzim), pueden haber sido el modelo de algunos discursos de evangelios y Hch y de algunos desarrollos doctrinales de las cartas apostólicas.
San Pablo no sólo parte del principio hermenéutico de que la Escritura remite a Cristo, sino que descubre su actuación ya en la historia narrada por el A.T. En 1 Cor 10,1_12, usa una exégesis tipológica moralizante para describir la generación del Éxodo como el modelo a evitar, narrado para amonestación de los cristianos: que también podrían perecer, si prevaricaran como aquellos israelitas pese a haber sido agraciados con bienes espirituales. En 2 Cor 2,14_4,6 el Apóstol sostiene su idoneidad para el ministerio por serlo de la nueva alianza. Se muestra familiarizado con las reglas exegéticas rabínicas al aproximar textos bíblicos por asociación de términos y por el recurso al argumento a fortiori. Con retoques de tipo targúmico a Ex 34 explica el velo con que Moisés cubría su rostro, tras su encuentro con el Señor, como recurso prudencial para encubrir lo transitorio de la antigua alianza, en contraste con la franqueza con que, llegado el tiempo final, el Apóstol lo predica abiertamente. Ese velo se quita con Cristo. El mismo velo le sirve, pues, de símbolo de lo que aún deja opaco el conocimiento de Moisés para los judíos y les impide descubrir, en su lectura de la Escritura, todo lo que con Cristo ha llegado a término. Hace también de Moisés, quitándose el velo al entrar ante Dios, tipo del desvelamiento que implica el convertirse a Dios en su actuación escatológica como Espíritu Santo, que realiza la adhesión a Cristo.
El cristianismo primitivo expresa su convicción de que lo referente a Jesús recibe su sentido teológico del plan de Dios mostrado por las Escrituras ya en la confesión de fe prepaulina (1 Cor 15,3_5). El misterio pascual y esta hermenéutica son el sustrato de la teología del N.T. En 1 Cor 10, 11 y 1 Pe 1,9_12 encontramos expresiones muy claras de la convicción de que las Escrituras apuntan a la realización cristiana. La idea apocalíptica de cumplimiento y actualización de profecía constituye el vínculo entre los pesharim de Qumrán y el N.T.
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